Para responder las preguntas de cada sección, usamos de referencia Las Condes, Lo Barnechea o Vitacura como una comuna de ingresos altos, Quinta Normal de ingresos medios y Alto Biobío de ingresos bajos.


 

Educación

Pregunta: Educación Superior Completa

Si la proporción de la población adulta con educación superior completa (universitaria o técnica profesional) en Las Condes es 100, ¿qué proporción de la población adulta posee educación superior completa en...?
- Comuna de ingresos bajos
- Comuna de ingresos medios

 
 
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Análisis realidad: Educación Superior Completa

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La educación, en Chile, es percibida como el gran eje de desarrollo del país y un importante peldaño en la escala de movilidad social, especialmente en lo que se refiere a la educación superior.

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Reflejo de lo anterior es que, desde el retorno a la democracia en nuestro país, las matrículas universitarias experimentaron un importante incremento. “El número de estudiantes de pregrado prácticamente se quintuplicó, hasta alcanzar 1.150.000 estudiantes en 2015. El mayor acceso a la educación superior durante la última década (2006-2015) se focalizó en los grupos de ingresos medios y bajos. En los dos quintiles inferiores aumentó de 21% a 45%, en el quintil 3 de 37% a 49%, y en el quintil 4 de 47% a 60%. El quintil quinto se mantuvo estable en 85%” [1], explica el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en su libro Desiguales, Orígenes, Cambios y Desafíos de la Brecha Social en Chile” (2017).

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Si embargo, el PNUD también explica que, detrás de este crecimiento en la demanda de la educación superior, se observan diferencias significativas en el tipo de instituciones a las que los jóvenes acceden. Aquellos de estrato alto estudian preferentemente en universidades de mejor calidad -de acuerdo con los años de acreditación-, en tanto que los de estrato bajo o los alumnos de “primera generación” familiar que acceden a la educación superior, lo hacen en institutos profesionales, centros de formación técnica o universidades de peor calidad. En este último caso, también, crecen las tasas de deserción: un tercio del estrato bajo y una cuarta parte del estrato medio bajo no finaliza sus estudios [2].

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De acuerdo con José Joaquín Brunner, en su documento Educación superior: un proyecto que necesita rehacerse íntegramente (2017), “la tasa de 1° graduación de la Educación Terciaria (sin incluir estudiantes extranjeros) —que estima el porcentaje de una cohorte de edad que se espera se gradúe durante el largo de su vida— es 51% en Chile, mientras en el promedio de la OCDE es 45%. En las carreras de ciclo corto las cifras correspondientes son 22% y 11%; en el nivel de licenciatura o equivalente, 34% y 38%; en el nivel de maestría o equivalente, 9% y 18%; y en el de doctorado o equivalente, 0,2% y 1,7%, respectivamente. De modo que no sólo ha aumentado notablemente la cobertura, sino también las expectativas de graduación, calculadas en base al patrón actual de titulación en la ET”. Sin embargo, “la tasa de conclusión de estudios universitarios por cohorte ingresada en un determinado año no cuenta en Chile con datos confiables que pudiesen ser comparados internacionalmente. Para el promedio de los países de la OCDE es 45% de graduación en tiempo oportuno y 69% medida dentro de los tres años siguientes a la duración nominal de los correspondientes programas. Suele estimarse que en Chile esta última cifra sería significativamente inferior, existiendo además una demora para graduarse en relación con la duración nominal de los estudios” [3].

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 Quedan aún muchos temas por revisar en materia de educación superior. Pero más allá de los avances que se puedan seguir haciendo en este ámbito, es relevante considerar que el volumen de estudiantes de educación superior ha crecido a tasas que superan el crecimiento económico del país en los últimos diez o quince años, y el hecho de no poder asegurarle empleabilidad a los egresados será un tema aún más grave que el acceso mismo a la educación.


1Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.96

2Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.42

3Brunner, José Joaquín; Educación superior: un proyecto que necesita rehacerse íntegramente; nov. 2017; https://www.cepchile.cl/educacion-superior-un-proyecto-que-necesita-rehacerse-integramente/cep/2017-09-13/103519.html


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DIVERSIDAD ALTOS CARGOS


 
 
 

Oportunidades y Diversidad

Pregunta: Diversidad en Altos Cargos de Grandes Empresas

De cada 100 personas que ocupan un cargo alto (Socio, Director, Gerente o Subgerente) en una empresa importante (más de 1.000 trabajadores) ¿ Cuántos de ellos usted cree que son… ?

- Mujeres
- Hombres con alguno de los 50 apellidos más frecuentes de “élite” (como Larraín, Vial o Zegers)
- Personas con alguno de los 50 apellidos más frecuentes de pueblos originarios (como Huanquipan, Melinao o Necul)

 
 
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Análisis realidad: Diversidad en Altos Cargos de Grandes Empresas

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DESIGUALDAD EN OPORTUNIDADES DE ALCANZAR UN CARGO GERENCIAL

La marcada estratificación de clases de la sociedad chilena tiene un impacto directo en el alcance de oportunidades individuales, tanto a nivel de formación y capacitación de competencias, como de aspiración a cargos en determinadas ocupaciones. Y, a su vez, las diferencias en estos aspectos (ingresos, estudios superiores, calidad de vida, redes) sólo contribuyen a profundizar la desigualdad social del país, como un constante círculo vicioso.

Antes de entrar de lleno en el tema, es fundamental comprender qué se entiende por igualdad de oportunidades, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo lo describe como aquel “escenario ideal donde estas opciones no están predeterminadas por los recursos económicos, sociales ni culturales del hogar de origen, ni por discriminaciones de género, raza, apariencia física o de otro tipo”. En contraposición, se considera que hay desigualdad de oportunidades “cuando los logros difieren entre los grupos sociales, de modo que algunos tienen ventajas sobre otros en razón de su clase social, condición de género, etnia u otra” [1].

Así, vemos cómo la distribución de oportunidades -estrechamente vinculada con la distribución socioeconómica - se manifiesta en el trabajo, donde se aprecian labores de mayor y menor complejidad, que, por consiguiente, ofrecen distintos niveles de remuneración y de status social. “Los individuos y grupos sociales se distribuyen entre estas ocupaciones de acuerdo con los requerimientos que se establezcan para su acceso, y hasta la fecha no se ha encontrado un modo de organizar la sociedad en que todos puedan desempeñar los trabajos más gratificantes y mejor pagados. Esta es una realidad en todas las sociedades; no obstante, en aquellas más igualitarias las diferencias de remuneración y prestigio asociadas a los trabajos son menores. El grado de desigualdad socioeconómica condiciona cuánta igualdad de oportunidades tendrán los niños y jóvenes” [2], detalla el PNUD en Desiguales, Orígenes, Cambios y Desafíos de la Brecha Social en Chile (2017).

Dicho lo anterior, es común, entonces, que se apele a la existencia de una sociedad meritocrática, definida por Osvaldo Larrañaga, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica, como aquella “sociedad donde el acceso a las ocupaciones, posiciones de prestigio y puestos de poder político se distribuyen entre quienes tienen las mejores calificaciones requeridas para cada caso, en vez que su acceso sea por ‘pitutos’ basados en el parentesco, apellido, clientelismo o la pertenencia a un mismo grupo”[3]. Sin embargo, en la práctica, se observa que, en Chile, la meritocracia es más bien un anhelo que sirve para justificar y validar la desigualdad laboral y de ingresos.

Un informe realizado por la OCDE (2018), concluyó que los hijos de familias de bajos recursos en Chile demoran en promedio seis generaciones -150 años- en alcanzar el ingreso medio, mientras que el promedio de los países de la OCDE tarda 4,5 generaciones. Por lo tanto, la meritocracia no estaría asegurando la movilidad social en nuestro país [4].

Juan Carlos Castillo, de Mide UC, explica en el documento Contrastes entre la desigualdad económica objetiva y subjetiva en Chile que, de acuerdo con análisis basados en Total Remuneration Survey (2012), en nuestro país la brecha salarial entre el sueldo mínimo y el salario de gerentes generales sería de 102 veces, sobrepasando con creces la brecha de 32 veces de los países de la OCDE [5].

Pero no solo la cuna es determinante a la hora de aspirar a una posición de liderazgo, también lo es la educación. “La brecha salarial entre profesionales del estrato alto y del estrato bajo se explica por la acumulación de factores a lo largo de la niñez y la juventud, que determina un acceso muy diferenciado a la educación superior en términos de la calidad de la institución y del tipo de carrera. Además, se explica por la valoración diferenciada que hacen los empleadores, especialmente cuando se trata de puestos altos. Para el caso de altos ejecutivos se prefiere a egresados de colegios privados de élite por un tema supuestamente cultural y porque tienen más redes de contacto.” [6].

El economista de la Universidad de Yale, Seth Zimmerman, junto a un grupo de investigadores norteamericanos, realizaron un estudio en Chile para analizar la trayectoria de un número de gerentes y directores de sexo masculino en ejercicio (2013), que fueron admitidos en sus carreras universitarias entre 1982 y 1988. En ese período ingresaron a las universidades 129.556 estudiantes hombres, clasificados según establecimiento de egreso de la educación media en colegio privado, colegio público de élite y otros. Del total, 960 (0,7%) se desempeñaban como gerentes o directores de empresas listadas en bolsa en 2013. De ellos, un tercio provenía de colegios privados. Dicho en términos simples, un estudiante universitario de un colegio privado tiene una probabilidad 6 veces mayor de ejercer un cargo directivo en esas empresas listadas en bolsa que un estudiante universitario que viene del Instituto Nacional, y 10 veces más alta que un universitario que egresó de algún otro colegio o liceo de enseñanza media [7].

“La evidencia presentada es muy sugerente de que las personas nacidas en hogares de clase alta están sobrerrepresentadas entre quienes perciben ingresos en el tope de la distribución. Ello no quiere decir que sean incompetentes; que llegaron a estas posiciones solo por pertenecer a la clase alta, puesto que es del interés de los dueños y accionistas de las empresas que su gestión esté a cargo de profesionales capacitados, sino que pudieron adquirir el conjunto de competencias y capital social relevante, gracias a una acumulación de ventajas a través de su ciclo de vida. En tal sentido es que se trata de un privilegio de clase” [8], agrega el PNUD.

Visto ahora desde un ámbito de desigualdad de género, Claudia Mora, académica y doctora en Sociología, explica que las mujeres chilenas se concentran en la clase trabajadora y no así en cargos de liderazgo. “Tienen menores chances de movilidad en la estructura de clases, y tienen empleos de menor calidad que los hombres. Por otra parte, las mujeres de clase alta pueden obviar los obstáculos al acceso y la movilidad laboral, por ejemplo, comprando servicio doméstico en el mercado y privilegiando su capital social. Las trabajadoras de escasos recursos, en cambio, dependen de subsidios y apoyos estatales para ingresar y permanecer en trabajos remunerados” [9]. De hecho, según el Ranking de Mujeres en Alta Dirección de Comunidad Mujer, a fines de 2016 apenas un 5,8% de los directores de empresas IPSA eran mujeres y ninguna de ellas tenía el rango de presidente.


1Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.96

2 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.42

3Brunner, José Joaquín; Educación superior: un proyecto que necesita rehacerse íntegramente; nov. 2017; https://www.cepchile.cl/educacion-superior-un-proyecto-que-necesita-rehacerse-integramente/cep/2017-09-13/103519.html

4https://coes.cl/prensa-meritocracia-movilidad-social-y-su-mirada-subjetiva/

5 Castillo, Juan Carlos; Contrastes entre la desigualdad económica objetiva y subjetiva; Mide UC, Escuela de Psicología; Centro de Políticas Públicas UC; dic 2012; p.3; https://politicaspublicas.uc.cl/wp-content/uploads/2015/02/serie-n-57-contrastes-entre-la-desigualdad-economica-objetiva-y-subjetiva-en-chile.pdf

6Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.313

7Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.355

8Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.356

9 Mora, Claudia; Interseccionalidad y Fronteras sociales: Género y Clase Social en el Mercado Laboral Chileno; Centro Sociedad Tecnológica y Futuro Humano, Universidad Mayor; CEP Chile; dic 2019; p.51; https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20191205/20191205130626/rev156_cmora.pdf


 
 
 
 

EL PESO DE LOS APELLIDOS EN CHILE

En Chile el apellido pesa y mucho cuando se trata de la clase alta. El PNUD realizó en el libro Desiguales, un estudio de los apellidos de quienes ejercen las tres profesiones más prestigiosas y mejor pagadas en Chile: médicos, abogados e ingenieros. El objetivo era confirmar que, si la igualdad de oportunidades fuese efectiva, no debiese haber apellidos sobre o subrepresentados en dichas profesiones (que ejerce un 1,85% de la población).

“El ejercicio consistió en preguntar qué apellidos, si alguno, tienen una participación superior al 8%, que es un umbral considerablemente más alto que la cifra promedio (para que los porcentajes no perdieran representatividad estadística, solo se consideraron apellidos con una frecuencia mínima de 200 casos en la población adulta). Setenta apellidos cumplieron con esta condición; de estos, el 33% se asocia a la aristocracia castellano-vasca y otro 51% a origen europeo no español (en orden descendente, alemanes, italianos, ingleses y otros). Es decir, el 84% de los apellidos con alta sobrerrepresentación en las profesiones de mayor prestigio se asocia a la clase alta del país” [1].

Por el contrario, en el estudio se aprecia que de los 50 apellidos donde no hay un solo profesional de prestigio, predominan, casi exclusivamente, los apellidos de origen mapuche, lo que daría cuenta de que la desigualdad de oportunidades se perpetua desde muy larga data.

El abogado y economista, Hermógenes Pérez de Arce, grafica muy bien el fenómeno en su libro Chilenos en su Tinto, donde señala que la sociedad chilena “está estructurada en un riguroso, preciso y definido escalafón social, determinado por los apellidos y el parentesco. Algunos, y especialmente algunas, han logrado perfeccionarse en el conocimiento del mismo a tal grado que han concebido una verdadera ciencia no escrita. Son tan expertos, que pueden ubicar la posición social exacta de cada miembro de la aristocracia o de quienes aspiran a pertenecer a ella y la rondan en su entorno cercano. (...) No se trata de un caudal demasiado grande de información. En total, pueden ser unos mil y hasta dos mil apellidos los que es necesario almacenar. No hay más. El conocimiento de ellos se transmite vía tradición oral. Es algo que, simplemente, ‘se va aprendiendo’. Desde luego, los que llevan esos apellidos saben la nómina completa desde, probablemente, la adolescencia o, a veces, un poco antes o un poco después. Lo que un miembro de la clase alta oye en su casa, en el colegio, en la universidad, en los primeros años de trabajo (si lo desarrolla en su mismo nivel social), le permite graduarse en el conocimiento del escalafón e incorporar a su ‘disco duro´ el quién es quién de la alta sociedad chilena. La gente de ésta da por sentado que lo que ‘se debe hacer´ es unirse (en matrimonio, en amistad, en negocios) con otra gente de la aristocracia, a cuyos miembros describen, en general, como ‘gente bien’ o ‘gente como uno’” [2].


1Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD Chile; DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile; 2017; p.354

2 Pérez de Arce, Hermógenes; Chilenos en su Tinto; Extracto de The Clinic; nov 2009; https://www.theclinic.cl/2009/11/15/la-gente-bien/


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EDUCACIÓN SUPERIOR


 
 

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